4.11.06

En el tren

Es como subirse al tren y escoger el vagón. ¿Cómo se elige el vagón en el que uno pasará -digamos- media hora de su vida, camino a casa? Hay quienes lo hacen ajustándose a estrictas normas relacionadas con la seguridad ("hay mucho afano" argumentan). Hay otros, una gran mayoría, que no elige en absoluto: simplemente se dejan caer en un asiento cualquiera, al azar. No obstante... no faltan los otros. Caminan y caminan, se dejan llevar... hasta que, por una suerte de hechizo o impulso nervioso -un perfume o una mujer hermosa- deciden sentarse, siempre de pronto, seguros, contudentes... como una enfemedad terminal o una sentencia, como si nunca fueran a levantarse. De más está decir que suelen ser estos tipos los que disfrutan del viaje, y del amor.