4.11.06
En el tren
Es como subirse al tren y escoger el vagón. ¿Cómo se elige el vagón en el que uno pasará -digamos- media hora de su vida, camino a casa? Hay quienes lo hacen ajustándose a estrictas normas relacionadas con la seguridad ("hay mucho afano" argumentan). Hay otros, una gran mayoría, que no elige en absoluto: simplemente se dejan caer en un asiento cualquiera, al azar. No obstante... no faltan los otros. Caminan y caminan, se dejan llevar... hasta que, por una suerte de hechizo o impulso nervioso -un perfume o una mujer hermosa- deciden sentarse, siempre de pronto, seguros, contudentes... como una enfemedad terminal o una sentencia, como si nunca fueran a levantarse. De más está decir que suelen ser estos tipos los que disfrutan del viaje, y del amor.
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1 comentario:
El sábado, por primera vez, después de mucho tiempo (unos años) volví a tomar el tren (Ferrocarril Sarmiento) y con este post tuyo me hiciste acordar. Parece ser cierto lo de los "afanos". Conseguí asiento de milagro en Once. A mi lado, una chica muy joven hablaba por el celular y lloraba sin parar. Pensé que se había peleado con su novio, pero no, le habían robado la billetera de la mochila antes de entrar a la estación en Once. La consolé (consolamos, los cuatro que viajábamos en el asiento) hasta que llegó a su estación.
Volviendo a tu post, soy de las que caminan y caminan hasta encontrar un asiento libre. Si es el único me siento en él pero si puedo elegir entre varios, localizo el que me guste según la persona que esté sentada al lado :)
Saludos y felicitaciones por la inauguración de tu blog.
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